Esta semana por fin terminé un libro que había estado mencionando mucho en algunos episodios de Creativo: What I Talk About When I Talk About Running, de Haruki Murakami. Es una especie de memorias escritas con la calma y precisión de alguien que ha corrido miles de kilómetros y ha escrito miles de páginas. En él, Murakami relata su vida desde que abandonó su bar de jazz en Tokio para dedicarse a escribir novelas, y cómo el acto de correr se volvió su manera de entender —y sostener— su existencia.
Me llamó la atención la naturalidad con la que traza paralelismos entre la disciplina física del atleta y la disciplina creativa del escritor. El libro arranca cuando él decide correr una hora diaria mientras escribe su primera novela, y a lo largo de los años lo acompaña en maratones, ultramaratones y triatlones. No lo hace desde el fanatismo del deportista competitivo, sino desde una reflexión íntima sobre lo que significa mantener el cuerpo en movimiento para que la mente siga funcionando.
Sé que suena a libro evangelizador —porque a veces los corredores parecen pertenecer a una especie de secta—, pero lo valioso de Murakami es que escribe para los que corren solos. Para los que usan el ejercicio como una conversación interna, una forma de ordenar pensamientos, y un modo de escapar del ruido. No trata de convencerte de ser atleta, sino de mostrarte cómo una práctica tan simple como correr puede convertirse en un espejo de la vida: esfuerzo, dolor, resistencia, silencio.
Lo más que yo he corrido ha sido un medio maratón, pero entiendo perfectamente lo que describe. Hay un punto en el que el esfuerzo físico se transforma en introspección pura, casi meditativa. Te confronta contigo mismo. No es tanto una competencia contra el cronómetro como contra tu mente, que te pide detenerte. Y esa lucha —la de seguir a pesar de ti— es adictiva.
También me gustó su visión sobre el equilibrio entre cuerpo y mente, cómo el cuidado físico no es un capricho, sino una manera de preservar la energía creativa. Murakami escribe con un tono casi documental, narrando rutas, temperaturas, comidas, entrenamientos… pero al mismo tiempo reflexiona sobre el paso del tiempo, la fugacidad de la inspiración y el proceso creativo como una carrera de fondo.
Hay capítulos particularmente potentes donde habla sobre la mortalidad y el envejecimiento. Aceptar que tu “mejor forma” ya pasó, pero que eso no significa rendirse, sino encontrar nuevas formas de seguir avanzando. Habla de reconciliarse con la idea de perder velocidad, pero ganar perspectiva. De competir únicamente contra tu versión anterior. Y de cómo esa misma lógica puede aplicarse al arte: crear desde tu propio ritmo, sin medir tu éxito en métricas ajenas.
En última instancia, Murakami usa el correr como metáfora de la escritura —y de la vida—: constancia, paciencia y una cierta soledad necesaria para conocerte mejor.
En fin, me encantó este libro. Si están buscando una lectura tranquila, honesta, inspiradora y fácil de leer, What I Talk About When I Talk About Running es una joya. No sólo te da ganas de salir a correr, también te deja pensando en todo lo que hacemos —o dejamos de hacer— simplemente por miedo a detenernos.