Este artículo originalmente apareció en mi libro El arte de perder.
La novelista Anne Lamott dice que “todo vuelve a funcionar cuando lo desconectas por unos minutos, incluso tú”, recordándonos que a veces los consejos más poderosos son los más simples.
Independientemente de quién seas, a qué te dediques, o qué quieras hacer con tu vida: duerme ocho horas cada noche.
Dormir es tu principal fuente de energía, y el pilar de tu vida. Si quieres producir los mejores resultados posibles, usando tu máxima capacidad, procura tener esta actividad en orden.
La rutina de sueño es algo que tiene un gran impacto en nuestra vida, y rara vez la ponderamos correctamente.
La rutina ideal no solo consiste en que duermas ocho horas cada día, sino que adoptes una estructura diaria y constante en la que tengas una hora para ir a dormir definida, y una hora para levantarte.
Los beneficios que brinda tener esta base son enormes, ya que te ofrecen un lienzo sólido en el que puedes pintar tus días.
Muchas veces caemos en la idea romántica de que el creativo no duerme porque se desvela haciendo su trabajo. Esto es un recurso contraproducente que debe ser usado solo en emergencias, y no como la base de un estilo de vida.
Trabajar con pocas horas de sueño es una actividad con un retorno disminuido. Entre menos horas duermas, peor será la calidad de tu trabajo.
Cuando trabajas sin dormir, llegas a un punto en el que la calidad de tu esfuerzo es tan mala, que empiezas a retroceder, pues tardarás más tiempo al siguiente día arreglando lo que hiciste desvelado, de lo que te habrías tardado si hubieras dormido ocho horas la noche anterior para poder trabajar en buen estado.
Por esto, ponle atención a tu rutina diaria, estabilízate y procura dormir lo necesario para darte la oportunidad de hacer tu mejor trabajo posible. Dormir es tu tanque de gasolina más importante, y si quieres llegar lejos debes asegurarte de tenerlo lleno.