Estoy leyendo un libro de ensayos que compré en el aeropuerto de Copenhague, Dinamarca, titulado "The Monocle Companion 3". Uno de ellos, "Have a holiday romance" de Annabel Streets, me inspiró a escribir este artículo.
Al escuchar la palabra "crush", muchos automáticamente evocamos escenas románticas, encuentros fugaces en playas exóticas o historias de amor de verano. Sin embargo, al viajar, no siempre ese "crush" tiene que ser una historia amorosa. En realidad, el concepto de "crush" en un viaje trasciende el romance y se convierte en una pasión intensa y a veces efímera, algo que nos cautiva y se convierte en el emblema de ese viaje particular.
Cada ciudad, cada paisaje, cada cultura invita a descubrir algo nuevo, y muchas veces, ese algo se convierte en nuestro "crush" particular. Puede ser un libro que encontramos en una pequeña librería de París y que leemos mientras tomamos café junto al Sena. Puede ser esa película que vimos en un cine al aire libre en Grecia, o el hobbie nuevo que descubrimos mientras aprendíamos a hacer cerámica en un pueblo perdido de Italia.
Estos "crushes" viajeros a menudo se convierten en el elemento distintivo de nuestro viaje. Cuando pensamos en ese lugar o en esa experiencia, inevitablemente lo asociamos con ese libro, esa película, esa canción o esa idea que nos obsesionó durante ese tiempo.
A veces, estos "crushes" solo tienen sentido en el contexto del viaje. Por ejemplo, durante mi viaje a Islandia, quedé fascinado documentando cada momento con mi GoPro, capturando la majestuosidad de los paisajes y la magia de las auroras boreales. Sin embargo, una vez de vuelta en la rutina diaria, ese hábito de documentar cada instante se siente un poco fuera de lugar.
Y eso está bien. Esos "crushes" no siempre tienen que ser transferibles a nuestra vida cotidiana. Forman parte de la magia del viaje y sirven como un recordatorio tangible de esos momentos únicos. Nos ayudan a recordar no solo el lugar, sino cómo nos sentíamos, qué pensábamos y cómo veíamos el mundo durante ese viaje.
Así que, la próxima vez que viajes, déjate llevar. Encuentra ese "crush" que hará de tu viaje una experiencia única. Ya sea un libro, una canción, un hobbie o incluso una idea, permítete ser cautivado y obsesionado por un tiempo. Después de todo, así como en el amor, algunos "crushes" son pasajeros, pero el recuerdo y las emociones que evocan permanecen para siempre.