Este artículo originalmente apareció en mi libro Creativo: 100 consejos para vivir de tu arte.
A veces parece que cada vez que iniciamos una obra, lo hacemos con el objetivo de complacer a alguien más, pero nunca sabemos a quién.
A este jurado imaginario, que llevamos en nuestra cabeza, usualmente le apodamos la “gente” y lo utilizamos como referencia a la hora de evaluar nuestro trabajo.
Antes de empezar a trabajar decimos “¿qué va a pensar la gente si hago esto?”. Pero, ¿quién es este jurado imaginario que tienes en la cabeza y por qué buscas complacerlo?
Este jurado representa una personificación de todas tus inseguridades. El niño que te molestó en primaria, la maestra que te dijo que no ibas a ser nada en la vida, tus papás que preferían que hubieras hecho otra cosa, la idea de que no eres lo suficientemente bueno, etc.
Todos estos sentimientos negativos conforman a los integrantes de este jurado imaginario.
Sin embargo, es necesario entender que esta “gente” solo tiene un poder sobre ti porque se lo estás permitiendo, y lo que debes de hacer no es intentar complacerlo, sino callarlo con tus acciones.
Así que olvídate de lo que piense ese jurado y entiende que el único juez verdadero de tu trabajo eres tú.
No dejes que tus inseguridades tomen la mejor parte de ti y dedícate a dar tu mejor esfuerzo para hacer y aprender de cada obra que hagas sin importar lo que esa “gente” piense.