Este artículo originalmente apareció en mi libro Creativo: 100 consejos para vivir de tu arte.
Me gustan los primeros bosquejos de los proyectos porque expresan la idea en la forma más pura y cruda posible, y son capaces de mostrar la propuesta sin maquillaje y con todos sus defectos y virtudes.
Quizás sea un romántico, pero hay algo mágico en esa idea inicial anotada en una servilleta sucia y guardada en la bolsa de un saco viejo.
Al editar la primera versión de tu obra, debes evitar matar esta crudeza por completo, ya que ésta hace que tu trabajo sea más puro y refrescante y que retrate mejor el sentimiento que te motivó a crear la pieza en primer lugar.
Al manejar los primeros bosquejos de tus obras, debes tratar de editarlos manteniendo esa esencia inicial y dejar su emoción lo más intacta que puedas.
Utilizar este acercamiento también es una manera para lidiar con el perfeccionismo, pues al respetar el corazón del primer bosquejo, estás adoptando también sus imperfecciones.
La limitante del formato del bosquejo te obliga a resaltar las partes esenciales de tu proyecto y eso es algo muy valioso. Esto es como tararear una canción, en donde solo resaltamos la parte más distintiva de la misma para que pueda ser reconocida.
Los primeros bosquejos son un formato extraño que deben ser tomados en cuenta a la hora de trabajar en un proyecto, pues cuando el arte se edita mucho, se vuelve barroco y con tantos detalles y arreglos que lo transforman en un monstro.
Intenta mejor presentar tu trabajo de manera simple, cruda y minimalista, en lugar de obsesionarte con los detalles.