Este artículo originalmente apareció en mi libro El arte de perder.
Te voy a contar un secreto que casi nadie quiere aceptar: también puedes fracasar haciendo lo que no te gusta.
A veces no hacemos lo que queremos, por miedo a fracasar, y tomamos una alternativa más segura para evitarlo, pero si consideramos que el fracaso también es posible en esa alternativa, entonces, ¿cuál es el riesgo real de hacer lo que queremos?
No existen caminos seguros, porque la vida es incierta por naturaleza, solo existen los caminos que nos gustan y los que no.
Si tenemos el privilegio de escoger nuestro camino, entonces, ¿por qué no tomamos uno que nos guste?
Si en lugar de iniciar tu propio negocio, comienzas a trabajar para alguien más, solo para no correr el riesgo, debes recordar que también te pueden despedir de ese trabajo que consideras “seguro”.
Es importante distinguir los riesgos que quieres tomar, y los que no. Es válido no querer arriesgarte por decisión propia, o por una incapacidad de fuerza mayor, pero es triste no querer arriesgarte solo por miedo.
Todas las decisiones, por más seguras que parezcan, tienen un riesgo. ¿Por qué mejor no escogemos riesgos que valgan la pena tomar por pasiones que valgan la pena perseguir?