Esta semana terminé de ver Ripley, la serie original de Netflix, y me dejó una impresión muy favorable.
Se trata de un thriller con una narrativa elegante, pausada, pero sumamente precisa. Lo que más me atrapó, más allá de la trama, fue su propuesta estética: la fotografía es impecable. Toda la serie está filmada en blanco y negro, una elección poco común en la televisión contemporánea, que aporta una atmósfera sombría, sofisticada y enigmática. Por momentos, se siente más cercana al cine de autor que a una serie convencional, y eso la hace aún más interesante.
Andrew Scott —a quien muchos recordarán por su papel en Fleabag— interpreta a Thomas Ripley con una intensidad que resulta inquietante. Su actuación es tan convincente que en varios momentos llegué a dudar si no estaba frente a un verdadero sociópata. Es un personaje que genera una extraña empatía, pero que al mismo tiempo incomoda, lo cual habla del nivel actoral que Scott demuestra en cada escena.
Esta historia ya había sido llevada al cine en The Talented Mr. Ripley (1999), dirigida por Anthony Minghella y protagonizada por Matt Damon. Tras ver la serie, me surgió la curiosidad de ver aquella versión para comparar ambas interpretaciones del personaje.
Tanto la serie como la película están basadas en las novelas de Patricia Highsmith, una autora que escribió cinco libros con Thomas Ripley como figura central. Por ello, no sería descabellado pensar en futuras temporadas si esta adaptación tiene una buena recepción.
Otro aspecto que me pareció muy atractivo fue el contexto temporal. Ripley está ambientada en Italia en la década de los cincuentas. No hay celulares, ni redes sociales, ni tecnología digital que interrumpa el ritmo de vida de los personajes. Todo se desarrolla con una cadencia más lenta, más contemplativa, más humana. Ver a los personajes escribirse cartas, recorrer callejones silenciosos o tomar café sin distracciones genera una sensación de nostalgia por una época en la que la vida parecía más simple y menos acelerada.
En resumen, Ripley me pareció una serie sobresaliente. Si están en busca de un thriller distinto, con una estética muy cuidada y una narrativa que se cuece a fuego lento, esta es una excelente opción. Es de esas historias que no necesitan gritar para dejar una huella.
Les comparto el tráiler, aunque, como siempre, les sugiero no verlo: revela más de lo que debería.