Este artículo originalmente apareció en mi libro El arte de perder.
El estoicismo es una doctrina filosófica basada en el dominio personal y el desinterés por los bienes materiales y las situaciones en donde la persona no tiene injerencia ni puede controlar su resultado.
Esta doctrina propone una forma de alcanzar la felicidad en la que el único juez para determinar si una situación o un resultado es bueno o malo, es la propia persona que la busca.
Lo que esta persona juzga son las cosas, hechos y pasiones que puede controlar mediante su valentía y el uso de su razón.
El enemigo de esta escuela filosófica es muy similar a lo que propone el budismo, en el sentido de que eso que la persona no puede controlar se puede sustituir con la palabra “deseo”.
Hoy en día, esta doctrina ha tomado una nueva relevancia gracias a las presiones que surgen de las herramientas como las redes sociales, esto gracias a que facilitan que las personas se comparen con otras, sin tener el contexto adecuado, lo que les provoca estrés y ansiedad.
Por esta razón, ideologías que huyen de esa comparación constante y buscan el valor de una persona en el mérito propio, y no en lo material o superficial, se vuelven sistemas operativos muy atractivos en los cuales basar tu vida.
El gran beneficio que tienen doctrinas como el estoicismo es que proponen que conviertas tu vida en una que te permita librarte de las preocupaciones que no tienen una respuesta que dependa de ti.