La noche siempre ha sido un santuario de misterio. Cuando el mundo se sume en la oscuridad y nuestros cuerpos empiezan a relajarse para el descanso, comienzan a aparecer fenómenos que, aunque familiares, aún no comprendemos del todo. Uno de los más intrigantes es la danza de colores y formas que muchos experimentan justo antes de caer en el mundo de los sueños. Esos destellos de luz, figuras geométricas y patrones que se despliegan ante nuestros ojos cerrados. Pero, ¿qué son realmente? ¿Por qué están allí? Y, lo más intrigante de todo, ¿qué nos dicen sobre nosotros mismos y nuestro lugar en el universo?
Para empezar, estos patrones y colores, a menudo referidos como "fosfenos", son causados por la activación de las células en la retina o la corteza visual del cerebro. Esta activación puede ser resultado de una variedad de estímulos, desde la presión mecánica (frotarse los ojos) hasta la falta de luz, pasando por la excitación espontánea de las neuronas. En otras palabras, aunque tus ojos estén cerrados y no estén recibiendo información visual del exterior, tu sistema visual sigue trabajando, generando sus propias "luces".
Si profundizamos un poco más, encontramos que los fosfenos no son simplemente destellos de luz aleatorios. A menudo se presentan en patrones geométricos específicos: espirales, hexágonos, redes. Estas formas podrían estar relacionadas con la estructura y función de nuestras células retinianas y neuronas. Son, en muchos aspectos, el lenguaje primordial del ojo y el cerebro, una serie de símbolos que han existido desde que la primera criatura experimentó la luz.
Dentro de esta intrincada coreografía de luces y formas, es interesante observar cómo ciertas sustancias pueden alterar el espectáculo visual interno. El alcohol y la marihuana, por ejemplo, tienen el potencial de influir en la manifestación de los fosfenos. Bajo el efecto del alcohol, algunas personas han reportado una intensificación de estos destellos, acompañados a menudo por un pulso o ritmo más marcado. Por otro lado, la marihuana, conocida por amplificar experiencias sensoriales, puede no solo intensificar los fosfenos, sino también diversificar los patrones y colores. Los cannabinoides interactúan con el sistema endocanabinoide del cerebro, y esta interacción puede jugar un papel en la modificación de estas manifestaciones visuales. Así, estas sustancias, al alterar nuestra neuroquímica, ofrecen una visión ligeramente distorsionada, pero a veces más rica y variada, de este fenómeno, revelando aún más la complejidad y adaptabilidad de nuestra percepción visual y cómo está intrínsecamente ligada a la química cerebral.
Carl Jung, el famoso psiquiatra suizo y fundador de la psicología analítica, podría haber visto estos patrones como manifestaciones de los arquetipos, esas imágenes primordiales y símbolos universales que residen en el inconsciente colectivo. Estas figuras geométricas, entonces, podrían ser vistas como representaciones de estructuras más profundas y universales de la psique humana. De la misma manera que los sueños para Jung eran ventanas al alma, estos patrones podrían ser atisbos de la estructura más profunda de nuestra mente, un puente entre la experiencia consciente y el vasto océano del inconsciente.
El paralelismo con los sueños es palpable. Ambos son fenómenos que ocurren en el límite del sueño y la vigilia, en ese espacio liminal donde la realidad y la fantasía se entrelazan. Los sueños, como los fosfenos, están llenos de símbolos y arquetipos, y ambos nos ofrecen una visión de un mundo que es a la vez extrañamente familiar y profundamente extraño. Son, en muchos aspectos, espejos del alma, reflejando no sólo nuestra psicología individual, sino también nuestra herencia evolutiva y cultural.
Y así, la próxima vez que te encuentres en la cama, cerrando los ojos para descansar y te veas transportado a ese misterioso mundo de luces y formas, tómate un momento para maravillarte. Porque lo que estás viendo es una ventana a las profundidades de tu propia mente, un espejo de los misterios del universo y, quizás, un recordatorio de que, incluso en la oscuridad, siempre hay luz.
