Este artículo originalmente apareció en mi libro El arte de perder.
No es ningún secreto que nuestras influencias afectan el trabajo que creamos. Esto gracias a que el creativo está condenado a reaccionar ante lo que lo influyó para crear su obra, y proponer una respuesta con ella.
El motor de su creatividad se enciende cuando “malinterpreta” lo que otro creativo plasmó antes que él y nace la gasolina para crear una obra nueva.
A esa fuerza que surge de la malinterpretación, me gusta llamarle la ansiedad de la influencia. Ya que lo que este fenómeno genera, es justamente una ansiedad que nos motiva a recrear nuestra propia versión de los hechos, pero impregnada con nuestro estilo.
Cuando ves una obra que creó otra persona, y te dan ganas de hacer algo similar, esa es tu ansiedad manifestándose.
Por eso, debemos consumir arte nuevo todo el tiempo; para absorberlo y volvernos ansiosos de crear nuestra propia versión del mismo.
Si después de ver una obra te dan ganas de hacer algo similar a ella, canaliza esa ansiedad y crea algo nuevo con esa energía.
Debes dominar tus influencias creando, ya que si no lo haces, éstas te causarán tanta ansiedad que te terminarán dominando a ti.