Este artículo originalmente apareció en mi libro El arte de perder.
Algo que detiene a muchos creativos de comenzar sus proyectos es el círculo vicioso de excusas que les dicen que no están preparados para comenzar a hacer lo que quieren hacer.
Esto es una característica clásica del síndrome del impostor, que te susurra que no estás preparado para destacar, pero también es un miedo que surge de no estar posicionado en una rama, o no contar con las credenciales que te califican para comenzar a hacerlo.
Este miedo puede sonar bastante razonable, pero para posicionarte como un líder en una disciplina, es necesario que comiences a practicarla.
Lo anterior es una idea bastante aterradora, porque saber que hay gente más preparada que tú en el mundo, te puede ocasionar inseguridad.
Sin embargo, no tienes que ser la persona más preparada para ser alguien que aporte valor, el único requisito real que debes tener para ayudar a otro es saber algo que la otra persona no sabe.
Piensa cuando estabas en clase y un compañero le explicaba a otro cómo resolver un problema de matemáticas, ese compañero no estaba mucho más preparado que el otro, simplemente entendía algo que el otro no, y eso era suficiente para poder ayudarlo.
De la misma manera, al hablar sobre un tema o practicar una disciplina, no tienes que tener todo el conocimiento del mundo para ayudar a otros. Solo tienes que tener un poco más que la persona que busca ayuda.
Esto no quiere decir que las autoridades están devaluadas, lo que quiere decir es que no tienes que ser una para comenzar a posicionarte, ayudar a los demás y vivir de lo que te apasiona.
No esperes a que te sientas totalmente preparado para comenzar a hacer algo, ya que ese momento probablemente nunca llegará.
Empieza hoy, aprende en el camino y documenta tu proceso.