Esta semana terminé Dark Souls, la versión remasterizada para Switch. Este fue mi primer juego de Hidetaka Miyazaki y me encantó. Creo que lo que más me impresionó fue la profundidad de la historia, la ambigüedad en lo que te comunican los personajes, el tamaño del mundo, el increíble diseño de los personajes y el nivel de reto que me presentó.
El otro día pensaba que es el primer juego en el que noto que tiene una personalidad propia: el juego es cruel, se burla de ti, te deja enojado, pero a la vez te engancha pidiéndote más. No sé si es solo en la versión de Switch, pero la manera en la que está estructurado el final y lo que pasa después de terminarlo me pareció la pincelada final de esta personalidad que el mismo juego posee. Irónicamente, el juego tiene un alma.
Lo más increíble es descubrir un juego que se creó hace más de 10 años y tener la capacidad de jugarlo donde sea gracias al Switch. Ha sido una experiencia increíble, y espero encontrar más joyitas de este estilo.
Voy a seguir jugando más juegos de Miyazaki. Ya estoy algo adelantado en Elden Ring, y comenzaré Bloodborne pronto. Este estilo de juego ha reavivado mi gusto por los videojuegos, y en este momento de mi vida, estoy disfrutando mucho retomar esta pasión.