Este artículo originalmente apareció en mi libro El arte de perder.
“Si no te avergüenzas un poco de lo que hiciste el año pasado, entonces no aprendiste lo suficiente”.
No estoy seguro de quién sea el autor, pero esta frase me dejó pensando en la idea de que la vida es un proceso de mejora continua, una montaña infinita de aprendizaje, y que los únicos indicadores que tenemos para saber si estamos avanzando, son las lecciones que obtenemos cada vez que hacemos algo nuevo.
Si volteamos a ver al año anterior, y no vemos lo que hemos aprendido, quizás sea un reflejo de que no hemos avanzado mucho.
Estos aprendizajes son incluso más importantes para un creativo, ya que su vida depende de crear, y crear por definición es hacer algo nuevo.
Para un creativo es vital aprender todo el tiempo, porque quiere decir que está creando, y la clave de una vida creativa exitosa se encuentra en ejecutar las ideas que llegan a su cabeza y confiar en su capacidad de producir más y mejores ideas en el futuro.
Esta costumbre finalmente provoca que el creativo se convierta en un profesional, y desarrolle la habilidad de publicar.
Esta habilidad es muy importante, ya que hará que produzca mejores resultados en un futuro con un menor esfuerzo, pues al publicar constantemente, se hará prolífico en su disciplina.
Sin embargo, ahí es cuando el camino se puede volver peligroso, ya que es muy fácil caer en el conformismo de repetir un proceso estandarizado con resultados comprobados una y otra vez.
En ese caso, al estar haciendo algo cuyo resultado ya conoce, ¿realmente podría seguir catalogándose como crear? En mi opinión, no, y es ahí cuando la frase inicial de este capítulo vuelve a tomar sentido.
Tanto para creativos novatos que solo necesitan publicar lo que sea para obtener experiencia, como para los profesionales que les hace falta desafiarse con un acercamiento nuevo que eleve la dificultad de su proceso para no caer en la mediocridad, todos deben de cuestionarse todo el tiempo si están avanzando o no.
Sea cual sea tu caso, evalúa tu trabajo y analiza cómo has cambiado tú y tu forma de resolver los problemas, esto con el objetivo de preguntarte a ti mismo si estás avanzando o te has vuelto un sedentario que solo vive en su zona de confort.