Piénsalo bien, la idea de que un programador que busca generar más dinero esté diseñando cómo te percibes a ti mismo, es aterradora.
Ahora, esto no quiere decir que boicotees las redes y que dejes de usarlas, ya que son herramientas poderosas que te ayudan a potencializar tu carrera y no utilizarlas te dejaría en una desventaja competitiva muy grande, lo que quiere decir es que puedes concientizarte de esta realidad y tomar alguna de estas tres opciones para evitar que te controlen.
La primera opción es que crees tus propias métricas que determinen el valor de lo que estás publicando.
Por ejemplo, ponderar qué tanto te gusta lo que estás haciendo, basándote en tu esfuerzo, sin importar lo que los números digan y lo que piensen los demás. De esta manera, estarás juzgando lo que publicas bajo un lente propio que no dependa de lo que la red busca que compartas.
La segunda es que tomes conciencia de las métricas que promueven las redes y reconozcas que solo estás jugando un juego, y que su resultado no determina tu valor como persona.
Tomando en cuenta esta realización, podrás hacer más eficientes tus publicaciones para explotar las métricas que más beneficios te traigan, pero divorciando tu valor personal de las mismas.
La tercera opción, que a mi parecer es el acercamiento ideal, es que mezcles las dos opciones anteriores.
Es decir, que independices tu identidad de las redes sociales y explotes sus métricas, pero también que compartas el trabajo en el que estas métricas no sean consideradas.
Este acercamiento busca adoptar la premisa de hacer dinero para hacer arte, y no hacer arte para hacer dinero. Dicho de otro modo, hacer publicaciones comerciales para sustentar las publicaciones que a ti te gustan.
El actor James Franco ha tomado este acercamiento con sus películas, haciendo cintas comerciales que le generan mucho dinero, y con ese dinero financia sus películas más artísticas, que son las que más disfruta hacer.
La clave se encuentra en ser consciente de cómo funcionan las redes, para aprovechar sus beneficios y disociar tu identidad de ellas.
En analizar lo que compartes y cómo te percibes para darte cuenta si realmente eres tú quien se está definiendo, o si el algoritmo es el que te está definiendo a ti.